Tenemos dos oídos, y si no hay ninguna dificultad auditiva, todos escuchamos perfectamente, los sonidos que provienen del exterior.
Es una actividad, que no necesita de ningún esfuerzo por nuestra parte. Es más ,nos cuesta mucho dejar de oir. Vivimos en un entorno urbano, que supera con creces los decibelios apropiados para nuestra salud.
Pero hay una gran diferencia entre oir y escuchar. Todos oímos desde el momento en que nacemos, pero la actitud de escucha se va adquiriendo con los años, y se integra en una de las más importantes habilidades sociales.
La base de esta diferencia estaría en que lejos de ser una conducta pasiva, es una actitud paciente, y se necesita entrenamiento y cierta inteligencia emocional para adquirir semejante atributo personal.
Lo común al escuchar a otra persona, es estar pensando en como hacer nuestro ese mensaje, preparar lo que vamos a decir a continuación o incluso, obviar lo que nos cuentan y estar pensando en nuestros asuntos o preocupaciones.
El estado anímico personal o la impresión que nuestro interlocutor nos causa, también modifica la escucha.
Si estamos de mal humor, juzgaremos y sacaremos conclusiones erróneas que intensifican ese malestar.
Si no es una persona de nuestro agrado, nos situaremos en una actitud de crítica previa, a todo lo que nos transmita.
Por tanto, todas las atribuciones y emociones, sesgarán la comunicación, desvirtuándola a nuestro antojo.
¿ Cuantas veces nos sentimos frustrados, al llegar a la conclusión , de que esa persona con la que mantenemos algun tipo de relación, de amistad, familiar o amorosa, no habla nuestro mismo "idioma"?.
No es tanto, una cuestión del tipo de mensaje que emitimos, sino de la capacidad de escucha empática de ambos.
La empatía es una cualidad que deberíamos practicar más a menudo.
Estamos inmersos en nuestro propio mundo, vemos la vida solo desde nuestro punto de vista.
Sería como ver un cuadro puntillísta, colocándonos a cinco centímetros de la obra, solo veremos pinceladas, sin formas ni estética. Si pudieramos tomar distancia, alejarnos del cuadro, para contemplarlo desde otra perspectiva más lejana, podríamos apreciar, el valor y el paisaje de manera completa.
Es muy triste ver lo terapéutico ,que resultan diez minutos de escucha activa, para otra persona. Vivimos en una sociedad de egocentrísmo tan frenético, que es un verdadero lujo, que alguien te pueda dedicar, diez minutos de su vida a escuchar, simplemente escuchar.
Sin juzgar, sin censurar, sin valorar, sin opinar, sin aconsejar, sin interrumpir, sin apreciaciones, sin debatir, sin intenciones personales, sin apropiarse del mensaje, sin conclusiones propias, sin.........solo escuchar.
Este tipo de escucha, es tan efectivo como un abrazo cálido de aquél que necesita consuelo.
Para aprender a escuchar, podríamos comenzar, por los siguientes pasos.
Es una actividad, que no necesita de ningún esfuerzo por nuestra parte. Es más ,nos cuesta mucho dejar de oir. Vivimos en un entorno urbano, que supera con creces los decibelios apropiados para nuestra salud.
Pero hay una gran diferencia entre oir y escuchar. Todos oímos desde el momento en que nacemos, pero la actitud de escucha se va adquiriendo con los años, y se integra en una de las más importantes habilidades sociales.
La base de esta diferencia estaría en que lejos de ser una conducta pasiva, es una actitud paciente, y se necesita entrenamiento y cierta inteligencia emocional para adquirir semejante atributo personal.
Lo común al escuchar a otra persona, es estar pensando en como hacer nuestro ese mensaje, preparar lo que vamos a decir a continuación o incluso, obviar lo que nos cuentan y estar pensando en nuestros asuntos o preocupaciones.
El estado anímico personal o la impresión que nuestro interlocutor nos causa, también modifica la escucha.
Si estamos de mal humor, juzgaremos y sacaremos conclusiones erróneas que intensifican ese malestar.
Si no es una persona de nuestro agrado, nos situaremos en una actitud de crítica previa, a todo lo que nos transmita.
Por tanto, todas las atribuciones y emociones, sesgarán la comunicación, desvirtuándola a nuestro antojo.
¿ Cuantas veces nos sentimos frustrados, al llegar a la conclusión , de que esa persona con la que mantenemos algun tipo de relación, de amistad, familiar o amorosa, no habla nuestro mismo "idioma"?.
No es tanto, una cuestión del tipo de mensaje que emitimos, sino de la capacidad de escucha empática de ambos.
La empatía es una cualidad que deberíamos practicar más a menudo.
Estamos inmersos en nuestro propio mundo, vemos la vida solo desde nuestro punto de vista.
Sería como ver un cuadro puntillísta, colocándonos a cinco centímetros de la obra, solo veremos pinceladas, sin formas ni estética. Si pudieramos tomar distancia, alejarnos del cuadro, para contemplarlo desde otra perspectiva más lejana, podríamos apreciar, el valor y el paisaje de manera completa.
Es muy triste ver lo terapéutico ,que resultan diez minutos de escucha activa, para otra persona. Vivimos en una sociedad de egocentrísmo tan frenético, que es un verdadero lujo, que alguien te pueda dedicar, diez minutos de su vida a escuchar, simplemente escuchar.
Sin juzgar, sin censurar, sin valorar, sin opinar, sin aconsejar, sin interrumpir, sin apreciaciones, sin debatir, sin intenciones personales, sin apropiarse del mensaje, sin conclusiones propias, sin.........solo escuchar.
Este tipo de escucha, es tan efectivo como un abrazo cálido de aquél que necesita consuelo.
Para aprender a escuchar, podríamos comenzar, por los siguientes pasos.
- Mirar a los ojos del que nos habla.
- No precipitarnos en querer sacar conclusiones prematuras.
- Escuchar libremente y sin prejuicios. Lo que dice es lo que es para él, no tiene que ser lo que es para ti.
- Saber que no existe una única verdad, la opinión de cada uno, es su propia verdad.
- No intentar que toda comunicación tenga un fin práctico, se puede escuchar, solo con el fin de escuchar.
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